- Dña. Jimena: por favor te pido Cid, el de la barba larga aquí ahora contigo, conmigo y nuestras hijas pequñas y jóvenes y las sirvientes. ya veo que te vas y no tendremos que separar.
Danos un consejo.
- Narrador: Alargó las dos manos al Cid y cogió a sus hijas con los brazos y con lágrimas en los ojos suspiró.
- Cid: ¡ Oh, Jimena, tan honrada y cumplida a ti te quise como al alma mía.!
No me gusta tener que separarnos. Quiera dios y Santa María que no me pase nada y pueda ver casarse a nuestras hijas. Y tú, mi mujer honrada, estés conmigo toda la vida.
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